Hace unos días estuve charlando con un ciclista amateur amigo mío al que yo califico cariñosamente como “friki” de la bicicleta: el último modelo de tal casa, carbono puro con tanto porcentaje de aluminio, plato compact,…en definitiva, todo un experto en lo que a ciclismo se refiere. Ha preparado a conciencia prácticamente todas las pruebas que estaban en el calendario de este año, cumpliendo prácticamente todos sus objetivos marcados y dando lo mejor de sí mismo en cada carrera. Comenzó la temporada con mucho entusiasmo y empeño. Se marcó altos objetivos que suponían grandes retos para él. Pero para conseguir superar estas pruebas participó en muchas otras a modo de entrenamiento. Podría calificar su preparación como muy exigente y metódica.
Pero curiosamente, a medida que se acercaba su última prueba comenzó a desilusionarse o a tener más pereza por salir a entrenar. ¿Qué le pasó? ¿De la noche a la mañana la bicicleta le deja de interesar? ¿Qué ha ocurrido en su cabeza para que ya no encuentre tan motivante su deporte favorito? Os diré que cuando terminó la Indurain, dijo sentirse “asqueado” de la bici y que no quería verla durante un tiempo prolongado. Es más, sólo de pensar en la pretemporada de invierno se le quitaban las ganas de participar en marchas y competiciones en milésimas de segundo. Todos los que practicamos ciclismo sabemos lo dura y sacrificada que es la temporada de invierno, cuando aún no hay marchas en las que participar, el tiempo es muy frío, la lluvia es nuestro temible enemigo y las sesiones de gimnasio se hacen aburridas y tediosas cuando no se tiene un reto claro. Para ello será conveniente plantearnos muy claramente los objetivos que deseamos para la temporada tanto a largo, como a corto y medio plazo para que nuestra motivación no disminuya. No olvidemos que la motivación es el motor de cualquier acción que llevamos a cabo: sin motivación no hay acción, y por tanto, no hay mejoría.
El período de descanso entre temporadas en crucial para la práctica de cualquier modalidad deportiva, bien sea ciclismo, natación, remo, atletismo, montañismo, etc. Muchas personas apenas dan esa tregua necesaria al cuerpo, y lo único que consiguen de ese modo es acumular cansancio y fatiga, de tal manera que tarde o temprano les pasará lo que le pasó a mi amigo. Es lo que en psicología deportiva llamamos “el síndrome de agotamiento o burnout”. Pero además del cansancio y síntomas físicos asociados, el burnout incluye extenuación psicológica y emocional. A continuación expongo las características en la siguiente tabla:
Características del agotamiento:
En la actualidad, el entrenamiento en la mayoría de deportes requiere sesiones a lo largo de todo el año, de modo que los períodos de descanso de la actividad son cada vez más cortos. ¿Por qué si en el trabajo nos permiten períodos de vacaciones o días festivos nos los tomamos gustosamente pero cuando se trata del deporte no paramos de entrenar hasta caer rendidos? Se tiene la falsa creencia de que “cuanto más entrenemos, mejor preparados estaremos”, y que si dejamos de entrenar estamos dando ventaja a nuestros adversarios para que el día de la prueba “nos pasen por encima”. Esto es no es así en absoluto.
Por otra parte, en lo que a las variables que influyen en la aparición del “síndrome de agotamiento” en los deportistas y en los cicloturistas en nuestro caso son:
Sabiendo los factores que intervienen en la aparición de este síndrome, nos queda conocer cómo podemos prevenirlo y cómo planificar dicho trabajo dentro de la planificación de la temporada. Como comentaba anteriormente, es de suma importancia la planificación de descansos y a su vez enseñar técnicas de control mental y gestión de la tensión post-competición. A su vez, la diversión es otro de los factores a tener en cuenta. Hacer que el deportista se divierta con los entrenamientos en la medida de lo posible es un aspecto que ayudará en gran medida a evitar este agotamiento físico y psíquico. A continuación resumo estas ideas:
Terminar la temporada “cansado” es muy lógico, ya que hemos estado exponiéndonos durante un largo período de tiempo a mucha carga física y también psicológica. El preparar pruebas implica disciplina, unas rutinas, unas exigencias no siempre acordes con lo que la sociedad nos impone. Si el domingo vas a hacer una prueba no es conveniente que la noche anterior tengas una fiesta repleta de alcohol y comida basura si lo que pretendes es hacer una buena marca. Muchas veces nos encontramos ante el dilema de elegir entre dos situaciones totalmente incompatibles que a la vez nos apetecen. Y elegir significa renunciar a una de las dos opciones. Al principio de temporada, cuando la motivación es muy alta, es más fácil ser constante y disciplinado disfrutando además con la decisión tomada. Lo difícil está en mantener esa constancia a lo largo de todo el año, cuando las ganas van mermando y flaqueando. Para colmo vemos que se acerca la pretemporada que no suele ser muy amena.
Por estos motivos, establecer las pautas expuestas al principio ayudan al deportista a no llegar a ese estado de “asqueamiento” y desgana con la que terminan muchas personas.
Te diré que mi amigo ya está pensando en “cambiar el chip” para no quemarse en la siguiente temporada… ¿y tú?
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